¿Cuántas veces dijiste esa frase para justificar una compra con la que tu presupuesto no estaría muy de acuerdo? La filosofía de “la vida es una” está buena hasta un punto, como el azúcar, su uso en exceso puede ser perjudicial, en este caso para tus finanzas. 

Nadie dijo que fuera fácil ahorrar, menos en el contexto económico actual, ahorrar para alcanzar una meta requiere de mucho sacrificio, disciplina y planificación. Pero ante cualquier escenario, nunca falta ese momento de debilidad en el que terminaste tarjeteando lo primero que se te atravesó porque “para eso trabajás”. 

En el fondo sabías que tu “yo del futuro” te iba a odiar, y así fue, porque ese “vos del futuro” fue el que tuvo que refinanciar la tarjeta después de ese arranque que terminó siendo peor de lo que creías. De todas formas, no vinimos a retarte, todo eso por lo que pasaste tiene una explicación, y teniéndola presente vas a pensar dos veces antes de cada tarjetazo de ahora en adelante. 

La respuesta que vinimos a darte se resume a dos palabras: gratificación inmediata. La gratificación inmediata es ese enemigo silencioso que te aleja de tus metas, actúa modo ninja y no te das cuenta hasta que ya es muy tarde. Mirá cómo funciona: En un experimento realizado por el economista David Laibson, se les preguntó a diferentes personas lo siguiente: ¿Preferís recibir hoy 100 libras o 120 libras en un mes? Los resultados arrojaron que las personas eran más felices con las 100 libras. Traducción: las personas valoran más la inmediatez, que montos de dinero más altos en más tiempo.

Y esto explica, por qué son más comunes las deudas que los ahorros. La gratificación que nos da una compra es, no más ni menos, que biología pura. La dopamina, también conocida como la hormona de la recompensa, es la encargada de que veas mayor placer en las pequeñas cosas a corto plazo, te hace estar siempre atento y a la expectativa del “premio”, lo que te hará segregar más dopamina y de esta forma, desearlo más.  

Esta gratificación inmediata de la que hablamos te brinda felicidad, claro que sí, pero fugaz. El detalle es que todas esas pequeñas felicidades juntas son las que hacen una gran deuda en la tarjeta de crédito, que no llegues a fin de mes, o te alejes de tu objetivo financiero, ¡o todas las anteriores!

Entonces, en lo que hay que trabajar es en aplazar la gratificación, ser conscientes de su carácter efímero y mantener el foco en la meta que estás persiguiendo, teniendo en claro que la recompensa de lograr tu objetivo es aún más grande.

En ese sentido, una filosofía que te puede ayudar a ver el consumo con otros ojos es el minimalismo, ideal para esas temporadas donde no estás para tirar manteca al techo. 

En cuanto a estilo de vida se refiere, esta filosofía tiene que ver con ir por aquello que es esencial para vos. Por ejemplo, fijate en los objetos que tenés en tu living, ¿todos cumplen un propósito? Si te picó el bichito de la curiosidad y querés saber más sobre como implementarlo, te dejamos: Minimalismo para tiempos de crisis.

Resumiendo, todo se trata de dejar de ser esclavo de tus impulsos, entrená tu autocontrol para que al pasar frente a una tienda en rebajas, en lugar de comprar cosas baratas e innecesarias, recuerdes que la meta es ahorrar y esperar para comprar algo que realmente querés y necesitás. Para ayudarte a ver menos atractivo en las promociones, te dejamos Ofertas: arma de doble filo para tus finanzas, donde te mostramos como funcionan, no las vas a ver de la misma forma y te va a servir un montón ahora que se viene la avalancha de las fiestas. 

Como sabemos que la carne es débil y puede que caigas en la tentación, porque somos humanos ante todo, recordá que siempre contás con nosotros para amortizar y hacer más fácil tu vuelta al carril.

Ver comentariosCerrar comentarios

Dejá un comentario