¿A vos te parece que en pleno siglo XXI estemos hablando de desigualdad de género?
Por más que nos indigne, la brecha salarial entre hombres y mujeres es un problema que sigue dando que hablar en el mundo laboral actual. No vamos a negar que hubo avances en materia de igualdad durante las últimas décadas, pero ganar menos que sus compañeros varones todavía es la realidad de muchas mujeres en diversos países e industrias.
En Estados Unidos, por ejemplo, las mujeres ganan un promedio de 82 centavos menos por cada dólar que ganan los hombres. En Argentina reforzamos la tendencia: estamos hablando de un promedio de $30.000 de brecha salarial, según datos relevados por un informe de Bumeran en noviembre de 2022. Así que con los números que estamos manejando de inflación ya podés ir imaginándote la cuenta actualizada.
En el mismo informe, se observa que el año pasado el salario pretendido por los hombres era de $207.416 promedio mensual, mientras que el solicitado por las mujeres era de $177.247. La brecha salarial se ubica en un 17% promedio, siempre a favor de los varones.
Las causas de la desigualdad salarial son complejas y diversas, siendo una de las principales la persistencia de estereotipos de género arraigados en la sociedad. Los roles tradicionales de género cargan a las mujeres con la responsabilidad de cuidar a la familia y los hijos, lo que a menudo limita su capacidad para trabajar a tiempo completo o asumir puestos jerárquicos en las empresas.
Sobre esto, el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec) publicó la Encuesta Nacional de Uso del Tiempo en 2021. Este estudio mostró que las mujeres dedican tres horas diarias más que los hombres a tareas no remuneradas, entre ellas las tareas de cuidados. ¿Nos sorprende? No nos sorprende.
El 91,7 % de las mujeres encuestadas desarrolla trabajo doméstico en otros hogares o voluntario. En el otro extremo, cuando se refieren a los varones, hablamos de un 75,1% destinado para el mismo fin.
Por otro lado, se vio que en Argentina el 9,2% de los varones ocupan puestos jerárquicos, mientras que sólo el 5,8% de las mujeres accede a estos niveles dentro de las empresas.
Las matemáticas son simples, Raúl: esta desigualdad salarial termina impactando significativamente en la brecha de género en la riqueza y la pobreza. Las mujeres ganan menos a lo largo de sus carreras, lo que les hace ahorrar menos para la jubilación y tener menos oportunidades de acceso a la propiedad de vivienda y otros activos. Esto da como resultado que las mujeres tienen una mayor probabilidad de experimentar la pobreza en la vejez.
Para cambiar realidades como estas, reconocerlas y visibilizarlas nos resulta imperativo. Esto forma parte de la inclusión por la que trabajamos día tras día en Wayni, apuntando a la igualdad de género como base para construir empresas para todas y todos.
Desde su surgimiento, la industria Fintech tiene como pilar fundamental el abordaje de la desigualdad salarial de género, empezando por un trato justo, pasando por la igualdad de remuneración en trabajos de igual valor, hasta la promoción de la igualdad de oportunidades para el desarrollo de habilidades y el ascenso en la jerarquía laboral.
De hecho, un estudio de la Cámara Argentina Fintech arrojó que la participación de mujeres en el sector se ubicó en un 42% en el 2022, lo que representó un aumento del 5% con respecto al 2021.
Hay una luz al final del túnel: ¡las fintechs estamos cada vez más cerca de la igualdad de género!